Escucho el sonido del silencio y siento que lo único que se mueve, además de mi lápiz es mi pecho cada vez que respiro.
Mi cuerpo se derrite, debilitándose, apagándose, al igual que la llama que esta a mi lado, pero en medio de ir cerrando los ojos poco a poco y de estar dibujando trazos lo más parecido a letras posible, se que sigue viva, la única luz que siempre me ha dejado escribir, mientras yo...