Mordernos los labios y no gritar que no estamos hechos solo de neuronas, sino de emociones; que no somos carne sino letras, la lucha que mantenemos al callarnos es efectivamente más pesada. Si me callo no es porque no tenga nada que decir, al contrario: yo no hablo porque definitivamente es tanto lo que tengo para decirle al mundo, que ni siquiera sé por donde comenzar. Muchas veces lo hago por dolor, por tratar de ignorar lo que me hace daño y termino haciendo que la herida se abra de nuevo y comienzo a sangrar por dentro. Tal vez callo porque con la única persona que quisiera hablar, precisamente en el instante que necesito hacerlo, duerme y sueña profundamente, sin pensar, sin saber que muero por hablarle.
Hasta que llegue ese día donde no resista aquel dolor mudo y optaré por vomitarle al mundo mis increíbles ganas de vivir.
Hablar desahoga mucho, es cierto. Buenas metáforas, por cierto. Verás, creo que puedo sentir lo uqe quieres decir, pero hay que aprender a contenerse, racionalizar lo que te pasa y vencer ese impulso de hablar cuando no se puede. Puedo recordar esa sensación, es como algo inmediato, pero tú sabes también, que hay bastante de compulsivo en esa necesidad. Hace mucho que no me pasa y no sé si es que lo he superado o tiene algo que ver el que viva solo, y claro, no voy a ponerme a hablar con las paredes. Así que estoy tranqui en ese sentido (que remedio).
ResponderEliminarUn abrazo.
Bueno a veces, puedo liberar tensiones y no pensar en eso, pero al encontrar nuevamente las ganas de hablar y no saber que decir me frustra en enormes cantidades. Un abrazo Tony, me reí mucho con eso de "hablar con las paredes".
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